sábado, 25 de abril de 2009

"El día de la ardilla"

La temporada anterior las esquivas lluvias en cotas medias no dejaron salir a los Marzuolus, y en cotas altas salieron tarde, coincidiendo con una florada excepcional en la costa y el pre-litoral que ocupó todo mi tiempo, así que la escurridiza seta quedó como asignatura pendiente para este curso.

En otoño visité la zona en un par de ocasiones para reconocer el terreno, con la firme esperanza de recoger los frutos justo después de los fríos. Este invierno ha resultado bastante duro en Catalunya, con varios temporales de nieve y viento, pero enero dio algunas lluvias. Con estos datos la última semana de febrero nos aventuramos a dar una vuelta con Ramón. Yo no podría narrar la jornada mejor que él, así que dejo el enlace a su blog
en la entrada “Diaris d’un boletaire: Marçots”


Una semana después volví, esta vez solo. Después de haber estado toda la noche lloviendo quedó una mañana gris, con una ligera niebla que no invitaba a salir del coche. La temperatura debía rondar los siete grados y a cada paso dado entre los matorrales el agua calaba hasta los huesos. Un día así no te permite leer bien el bosque con lo que aumenta la importancia de las expediciones previas.

Pasaron unos diez minutos cuando, al lado de un gran pino, apareció el primer ejemplar: maduro, sano, ¡perfecto! Es bien conocido que esta seta gusta de salir en grupos numerosos, en ocasiones de hasta sesenta ejemplares, pero aquel estaba solo, o no supe encontrar a sus compañeros de camada.

Con muchas dudas por el encuentro ocasional me fui alejando de la carretera principal, siguiendo un camino con bastante pendiente… y a media vertiente, en medio de un claro entre grandes pinos y algún pequeño roble, apareció un grupo de ocho preciosos ejemplares, algunos aún blancos por no haber conocido la luz del sol. Ya me daba por satisfecho, pero tenía que llegar hasta el rincón que habíamos descubierto con Ramón la semana anterior.

Es un pequeño trozo de bosque que se encuentra en la encrucijada entre tres caminos, recibe las aguas cuando las precipitaciones son fuertes y corren vertiente abajo hasta llegar a la pequeña planicie, unos cuantos pinos rojos y algún modesto roble lo adornan. Y allí estaban, ocultos a la mirada del merodeador furtivo pero mostrándose con todo su esplendor a quien realmente los desease encontrar.

2 comentarios:

ramon figueras dijo...

Ep Iván,de puta mare el blog,li veig molt futur,de debò.Molt interessant.Esperaré ansiós els teus nous escrits!
Ens veiem aviat!

Ivan dijo...

Porta feina això.. però a poc a poc. He trobat un munt de carreretes avuí a 200 metres de casa, en uns parcs a les afores.. demà potser faré de boletaire urbanita jajajaja
Fins aviat!!